NUESTRA VISIÓN
QUE TODOS SEAN CONFORMADOS A LA IMAGEN DE JESÚS
QUE NADIE SE QUEDE
Queremos ser una Iglesia que alcanza a las personas con el evangelio de Jesús para que perteneciendo a la familia de la fe, avancen en un proceso de formación espiritual hasta parecerse más a Jesús, experimentando como resultado un avivamiento que añada nuevos creyentes a la fe.
FORMACIÓN ESPIRITUAL ES EL PROCESO DE SER CONFORMADO A LA IMAGEN DE CRISTO POR EL ESPÍRITU SANTO PARA EL BIEN DE LOS DEMÁS.
Déjanos explicarte mediante una ilustración cual es la diferencia entre misión y visión. La misión tiene que ver con identificar el objetivo final que estamos buscando, por ejemplo, construir una casa. La visión tiene que ver con identificar la forma que tendrá ese objetivo que estamos buscando, es decir, son los planos de la casa. Hay muchos tipos de casas. De dos pisos, de tres, de madera, de cemento, de colores, solo blancas, de estilo mediterráneo, de estilo moderno, etc. La visión nos da una imagen visual de cómo se verá la casa una vez terminada.
¿QUÉ ES UNA AVIVAMIENTO ESPIRITUAL?
Como hemos dicho arriba tenemos dos grandes sueños: llegar a ser una iglesia apasionada por Cristo y, como resultado, dar a conocer a Jesús a un número significativo de personas que todavía no saben quién es.
Pero, ¿qué es un avivamiento? Como ya hemos expresado al definir nuestra misión, nuestro gran objetivo como iglesia es glorificar a Dios; es decir, llegar a que lo profundo de nuestro ser le atesore y le valore como el ser más importante de nuestra vida. El avivamiento espiritual, como la imagen lo evoca, es justamente cuando todo nuestro ser “se aviva” o “se prende fuego” nuevamente por Dios. Dicho en palabras de Jesús, cuando volvemos a “amarle con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente.”
No entendemos el avivamiento como una especie de éxtasis espiritual (aunque puede incluir momentos de inusual cercanía con Dios), sino más bien como una experiencia diaria, o al menos regular, donde somos confrontados nuevamente con el evangelio y resultado de ello, llegamos a amar a Dios y a los demás con una nueva y más profunda intensidad. Éste es nuestro gran objetivo.
El avivamiento de nuestros corazones no es algo que nosotros podamos producir (aunque si podemos orar por éste), sino que es un regalo que Dios nos hace al abrir los ojos de nuestro entendimiento de manera de podamos verlo y apreciarlo con una nueva magnitud (Efesios 1:15-23).
En su esencia, el avivamiento involucra volver a asombrarnos de dos grandes verdades: la profundidad de nuestro propio pecado y la grandeza de la gracia de Dios. Dicho de otra forma, es volver a enamorarnos de Jesús al darnos cuenta nuevamente lo necesitados que estamos de su cruz. Es volver a atesorar el evangelio para aquellos que ya somos cristianos (1 Timoteo 1:15-17; Apocalipsis 2:4) y apreciarlo por primera vez para aquellos que no lo son (Mateo 13:44-46).
Como hemos visto al analizar nuestros valores, el experimentar un avivamiento afecta nuestra vida espiritual (permitiéndonos apreciar la cruz, cambiar las motivaciones y disfrutar a Jesús) y también nuestras relaciones con otros (generando un deseo por servir de manera genuina, por hablarles a otros de Jesús y un anhelo de discipular a otros para que crezcan en su fe).
ALGUNAS METAS CONCRETAS
Con el fin de poder clarificar nuestro destino y evaluar si estamos yendo en la dirección correcta, creemos es importante identificar en detalle algunas metas concretas que nos ayudarán a llegar a la gran visión que nos hemos propuesto.
ALGUNOS DE NUESTROS DESEOS
1. Deseamos que todos los miembros de la iglesia hayamos incorporado los valores a nuestra propia cosmovisión y los estemos viviendo en nuestro día a día de manera relevante.
2. Deseamos que todos los miembros de la iglesia estemos disfrutando de una vida devocional apasionada y significativa.
3. Deseamos que todos los miembros de la iglesia estemos utilizando nuestros dones y talentos con alegría y eficacia.
4. Deseamos que todos los miembros de la iglesia tengamos la posibilidad de experimentar el discipulado personal y como resultado de la vivencia sintamos el deseo y la necesidad ineludible de hacer lo mismo con otras personas.
5. Deseamos que todos los miembros de la iglesia estemos intencionalmente comprometidos con el evangelismo personal en nuestra vida cotidiana.
6. Deseamos que todos los ministerios y actividades de nuestra iglesia lleguen a funcionar con objetivos basados en nuestros valores y con estructuras y formas de funcionamiento más contextualizadas y relevantes.
7. Deseamos que la iglesia tenga una estructura de liderazgo funcional y bien desarrollado.
Ninguno de nuestros sueños se puede lograr a través del esfuerzo y capacidad de una o muchas personas. Dios es el único capaz de transformar en una realidad aquello que para el ser humano es una utopía (Lucas 18:27). Sin embargo, la Biblia nos recuerda que, en sueños como estos, Dios es el mayor interesado y quien se ha comprometido a darnos todo lo que necesitamos para ser colaboradores en edificar su iglesia (Filipenses 1:6; 2:13; 1 Corintios 3:7-9; Mateo 16:18).
Confiando, no en lo que nosotros podemos hacer, sino en lo que Dios puede hacer a pesar de nosotros, nos entregamos a Él con grandes expectativas.
“Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén”. (Efesios 3:20,21)